lunes, 16 de marzo de 2015

A mis hadas madrinas

Hay muchos tipos de amor, no solamente existe el amor romántico. Ese tipo de amor, el romántico, parece ser que me fue negado. En cambio, hay otro tipo de amor que llena mi vida, que me la alegra, me anima, me hace reír, me calma, me sostiene y me levanta cuando me hundo. Es el amor de mis amigas.

Soy tremendamente afortunada por haber sido bendecida con la amistad de unas mujeres tan maravillosas. Todas en algún punto tan diferentes y todas en algún punto tan similares. Miro atrás y en cada momento especial de mi vida ellas estuvieron a mi lado. En los buenos momentos disfrutamos juntas y en los malos supieron estar ahí para no dejarme caer o para curar mis alas rotas (o mi corazón hecho trizas por un hombre).



Luchadoras, valientes, comprometidas, inteligentes, especiales y hermosas. Todas y cada una de ellas son así. Quizás no sepan cuánto bien traen a mi vida y quizás tampoco sepan lo orgullosa que estoy de ellas.

En los días oscuros ellas son mi luz, en los días fríos ellas son el rayito de sol que me calienta, en los días abrasadores ellas son mi brisa, en los días lluviosos ellas son mi paraguas, en los días de tormenta ellas son mi refugio y en mi primavera son mis flores. Sin ellas estaría perdida, sin rumbo por este mundo cruel y atroz.


Vosotras sabéis todo de mí, mis gustos y aficiones, mi personalidad, mi forma de ser, mi forma de sentir y amar. Sabéis perfectamente como soy y seguís estando a mi lado. Porque quisisteis conocerme, sin prejuicios. Gracias por quererme con mis virtudes y con mis numerosos defectos, en definitiva por quererme tal como soy.