miércoles, 13 de septiembre de 2023

Teatro de Oro

 

Más liada que la pata de un romano.
Los dos en liza son hermanos,
cada vez siento más confusión.
Que no tiene solución,
que el mareo es mareo mío.
Mi sentío está muy perdío,
que me habla la mente y
que me grita el corazón.
Uno de ellos es tirano,
jugó con mi ilusión en vano,
para luego no hacer nada
y dejarme muy tirada
esperando sin razón.
El otro me desconcierta,
pues no llegó el primero,
pero lo conocí en febrero
y espero hasta el final de agosto.
La cruz de mi madero,
qué camino tan angosto,
como la calleja´el pañuelo
de su ciudad un señuelo.
Es dulce, amargo, arregosto.

domingo, 19 de marzo de 2023

DÉJAME

Déjame demostrarte que conmigo siempre serás tú mismo,

que pondré los ojos en blanco con tus chistes de mierda,

que recorrería cien mil kilómetros con mi Seat por ti.

Que el amarillo a partir de ahora es mi color favorito,

que no da mala suerte si lo llevas puesto encima tú.

Que hiervo a cien grados como el agua cuando soplas tu silbato,

que quiero perderme en el inmenso océano de tus ojos azul.

Que no hace falta que te gusten los libros de Jane Austen

porque ya me gustan a mí muchísimo por los dos.

Que lo único negro que tengamos sean las novelas de Dicker,

que sigas haciéndome mejor lectora con cada recomendación.

Que compartamos millones de desayunos, con tostadas de jamón;

que cada mes de julio nos volvamos a encontrar como el primer día.

Que sigas siendo el espejo que mejor refleja lo que quiero.

Que todo siga cobrando sentido desde que te conocí

cuando fui aquella loca que fregaba platos en un AIRBNB.

viernes, 14 de octubre de 2016

Un parche de olvido


Y aquí estoy, haciéndome la cena con el lékué. Verduras, verduras al vapor. Cenaré rápido, mientras miro la tele, aunque sin verla. Y después... Después empezaré a llenar la bañera de agua caliente para darme un baño. Mientras se llena, me prepararé una infusión. Cuando esté lista me iré al baño. Después, me la beberé lentamente, mientras el agua caliente reconforta mi cuerpo. Y, también en la bañera, cogeré la novela que estoy leyendo. E intentaré abstraerme de una realidad que me supera. Procuraré también dormir y que mañana ya no duela. Pero dolerá. Porque esto no se pasaré en tan sólo unos días. Sí, me meteré en la cama. Esa que hoy esta demasiado vacía. Probablemente me tomaré una pastilla, un ansiolítico, para relajarme. Para  despertarme mañana más risueña, quizá. Engañándome a mí misma. Porque en el fondo sé que todo esto es un parche. Un parche de olvido.


lunes, 16 de marzo de 2015

A mis hadas madrinas

Hay muchos tipos de amor, no solamente existe el amor romántico. Ese tipo de amor, el romántico, parece ser que me fue negado. En cambio, hay otro tipo de amor que llena mi vida, que me la alegra, me anima, me hace reír, me calma, me sostiene y me levanta cuando me hundo. Es el amor de mis amigas.

Soy tremendamente afortunada por haber sido bendecida con la amistad de unas mujeres tan maravillosas. Todas en algún punto tan diferentes y todas en algún punto tan similares. Miro atrás y en cada momento especial de mi vida ellas estuvieron a mi lado. En los buenos momentos disfrutamos juntas y en los malos supieron estar ahí para no dejarme caer o para curar mis alas rotas (o mi corazón hecho trizas por un hombre).



Luchadoras, valientes, comprometidas, inteligentes, especiales y hermosas. Todas y cada una de ellas son así. Quizás no sepan cuánto bien traen a mi vida y quizás tampoco sepan lo orgullosa que estoy de ellas.

En los días oscuros ellas son mi luz, en los días fríos ellas son el rayito de sol que me calienta, en los días abrasadores ellas son mi brisa, en los días lluviosos ellas son mi paraguas, en los días de tormenta ellas son mi refugio y en mi primavera son mis flores. Sin ellas estaría perdida, sin rumbo por este mundo cruel y atroz.


Vosotras sabéis todo de mí, mis gustos y aficiones, mi personalidad, mi forma de ser, mi forma de sentir y amar. Sabéis perfectamente como soy y seguís estando a mi lado. Porque quisisteis conocerme, sin prejuicios. Gracias por quererme con mis virtudes y con mis numerosos defectos, en definitiva por quererme tal como soy.

martes, 25 de noviembre de 2014

Segundo capítulo de ELIA: "El principio del cambio"

Como casi siempre, ninguna salió de casa a la hora acordada así que llegaron a la plaza del pueblo un pelín más tarde de lo que habían pensado. Y allí estaba Iván, tocando sobre el escenario su brillante y deslumbrante saxofón. Aunque realmente para Elia lo que deslumbraba era él.
Como estaban todavía con los pasodobles, las chicas decidieron ir a la barra de la caseta que había montado el Ayuntamiento para pedir una copa. Entonces, al terminar la canción, el vocalista de la orquesta anunció un breve descanso. Eso sólo significaba una cosa, que Iván llegaría de un momento a otro a aquella barra.
No hizo nada más que entrar por la puerta y fue directo a saludar a Elia, que estaba tremendamente nerviosa, aunque intentó disimularlo y actuar como si no lo estuviera. Para su sorpresa, Iván se empeñó en pagarle la copa y se quedó charlando con ella. Sus amigas, en parte para dejarlos solos y en parte en beneficio propio, aprovechando las circunstancias, salieron a buscar a Franco.
-           ¡Qué de tiempo! ¿Verdad?
-            Bueno, no tanto. Nos vimos el mes pasado en las fiestas del pueblo de aquí al lado.
-       Es verdad. No sé dónde tengo la cabeza. Esto de estar para arriba y para abajo todos los días…  ¿Y qué tal llevas las recuperaciones? Ahora recuerdo que me dijiste que tienes dos exámenes en septiembre.
-      No las llevo mal. Yo espero que no pongan un examen muy complicado. Si no aprobamos luego selectividad por lo menos que nos saquemos el título de Bachillerato.
-        Estoy seguro de que vas aprobar las dos cosas. Te repartes el tiempo bien, sales cuando tienes que salir y estudias cuando tienes que estudiar. Y eres muy trabajadora. Conseguirás entrar en Empresariales y algún día tendrás ese restaurante con el que sueñas.
-       Gracias por tus ánimos. La verdad es que me vienen de perlas, porque estoy algo desmotivada. No me veo capaz.
-       Pero eso es porque tu no ves en ti misma las cosas tan maravillosas que vemos los demás. Eres increíble, Elia. A mí me lo has demostrado desde que te conozco. Es verdad que no nos vemos mucho en persona, pero creo que por lo que hablamos por las redes sociales ya te conozco bastante bien.
-     Gracias Iván por tus palabras, de verdad. ¿Tú qué tal? ¿Tenéis mucho ajetreo? Imagino que tendrás cansancio acumulado.
-     Yo estoy bien. Es cierto que no paramos, que tenemos actuaciones casi todos los días. Pero es mejor así, porque luego en invierno apenas sale nada. Ya en octubre tendremos tiempo de descansar y de irnos de vacaciones.
-          También es verdad. Y si hace buen tiempo todavía se puede ir a la playa.
-          Bueno, ya fui el mes pasado dos días que tuvimos libres. En octubre tengo pensado ir a otro sitio. Creo que saldré de España. Lo que no tengo muy claro todavía es el destino.
-      Yo siempre he querido ir a París. Bueno, y a varias ciudades de Italia. Florencia, Verona, Venecia, Nápoles, Roma… 
-      Solamente he estado en dos de ellas, en Roma y en París. Me encantaron y me gustaría volver. Pero con alguien que nunca haya ido, como tú, para poder enseñarle y compartir todo lo que me gusta de esas ciudades.  Tendré en cuenta tus otras sugerencias, aunque creo que de quedarme en Europa quizá sea por Viena, Budapest... Es que también tengo muchas ganas de ir a Buenos Aires.
-         ¿Y por qué te lo estás pensando? Teniendo dinero yo en tu lugar me iría a Argentina. Por Europa tendrás más oportunidades de viajar.
-       Si, lo que pasa es que como yo solo no viajo… Hay que tener en cuenta las preferencias de los demás. Bueno (mirando el reloj), tengo que volver que vamos a empezar el segundo pase.
Elia estaba contrariada por aquella breve conversación. Por una parte, Iván había querido dar a entender que tenía pareja al decir que no iba de vacaciones solo. Pero, por otra parte, también parecía haber dado a entender que le agradaba la idea de ir con ella a París y Roma. Y luego estaban esas palabras tan bonitas que le había dicho.
En aquel momento entraron sus amigas, porque Franco también había tenido que volver al trabajo. En cuanto llegaron comenzaron a interrogar a Elia, que les contó con pelos y señales la conversación y les transmitió su desconcierto. Sus amigas también le relataron sus progresos con el técnico de sonido, quien había preguntado por ella con bastante interés al no verla junto a las demás.
Poco a poco la noche se fue animando y los pasodobles dejaron paso a las canciones retro de los años sesenta y setenta y los éxitos de los ochenta y los noventa, hasta llegar a las canciones del verano. Elia y sus amigas no paraban de bailar y al mismo tiempo Franco no les quitaba ojo de encima.
Moni estaba satisfecha, porque estaba convencida del interés de Franco.  Así que ella le dirigía miraditas de vez en cuando. Aunque la que estalló de felicidad fue Elia cuando Iván le guiñó un ojo desde el escenario en mitad de la actuación. Todas se alegraron y empezaron a bailar entusiasmadas, con más energía, y Elia con ilusiones renovadas.


Pero justo en aquel instante aparecieron en la plaza uno de los grupitos de petardas. Llegaron como las protagonistas de Mujeres Desesperadas en la promo de la serie, con la cabeza alta, pisando fuerte y divinas. Comiéndose el mundo.
Con visión panorámica, hicieron un repaso del personal y no tardaron en darse cuenta de la presencia de Elia y sus amigas, a las que dirigieron miradas y muecas de desdén y de las que empezaron a cuchichear entre ellas.  
En su recorrido visual por la plaza se percataron también del nuevo técnico de sonido y se quedaron pasmadas cuando observaron que no paraba de mirar hacia el grupo de Elia. Y montaron en cólera cuando vieron a Moni acercándose y manteniendo una charla animada con él. Aquello las hirió en lo más profundo de su orgullo. No podían consentir semejante ignominia. Así que Veva, su líder, se propuso en aquel mismo instante conquistar a aquel chico y se acercó a él transcurridos unos diez minutos. El tiempo necesario para no parecer patética.
Veva tenía un físico imponente. Era guapa, alta y delgada. También tenía una bonita sonrisa y un largo y sedoso pelo rubio. Aunque andaba como un pato. Además, cuando quería agradar hacía creer que era dulce, simpática y bondadosa. Y esos fueron los encantos que desplegó con Franco.
En realidad era una víbora que se había dedicado a hacer la vida imposible a Elia y sus amigas, especialmente a Ceci, desde hacía dos años. Aparentemente sin motivo alguno. Aunque con el paso del tiempo, como ya se verá, las cosas se vislumbran más claras.
Veva, sin moverse de su lado, acaparó a Franco el resto de la noche, impidiendo a Moni cualquier intento de acercarse. Elia y sus amigas no podían creerlo. Estaban seguras de que ni siquiera le gustaba, solamente lo hacía para fastidiar. Sabían que Veva no soportaba no ser el centro de atención de nadie.
Y así, el tiempo fue pasando hasta que las campanas dieron las seis y media, la hora hasta la que el Ayuntamiento tenía contratada la actuación. Cuando la música dejó de sonar, Iván bajó del escenario para despedirse de Elia. Y justo en ese momento Franco y Veva se alejaban juntos por una de las calles del pueblo. Entonces, sin esperanzas con Franco, y viendo la situación, las amigas de Elia decidieron marcharse a casa y la dejaron sola con Iván, no sin antes haberle hecho prometer que la acompañaría a casa.
Una vez que se hubieran marchado, Elia lo felicitó por la actuación y le preguntó cuándo tenían el próximo bolo. El pobre no tenía tiempo de descansar siquiera, pues actuaban en unas pocas horas, poco más allá del mediodía, en una localidad que estaba a más de ciento cincuenta kilómetros de allí. Por eso no podía entretenerse mucho y le propuso que se tomaran un chocolate en la churrería.
Elia casi no podía contener su alegría. Pero, justo cuando ya iban de camino, un compañero llamó a Iván porque necesitaban ayuda con el desmontaje de los equipos. Iván le pidió por favor que esperaran un poco, pero sus compañeros le dijeron que corría prisa. Elia se mostró comprensiva, pero Iván no estaba tranquilo dejando que se fuera sola. Así que, por si necesitaba ayuda y para que cuando llegara a casa le hiciera saber que había llegado bien, le dio su número de teléfono.
Se despidieron y ella emprendió el camino a casa. Estaba triste porque tomar ese chocolate con Iván le hacía mucha ilusión y habría supuesto una oportunidad para que la conociera mejor, pero a la vez estaba contenta por haber conseguido su número de móvil.
Caminaba ensimismada en estos pensamientos cuando se dio cuenta que estaba delante de la churrería y que, aunque se lo tomara sola, un chocolate caliente a esas horas no le sentaría nada mal. Así que se encaminó a la taquilla, donde se pagaba el ticket del producto que se fuese a consumir. Afortunadamente no había mucha cola. Solamente tenía una joven pareja de enamorados delante, que estaba ya pagando cuando, dirigiéndose a ella, Elia escuchó:
-          - ¡Hei! Había ganas de un chocolate ¿eh?

lunes, 17 de noviembre de 2014

ELIA: Nueva historia, nueva protagonista. Este es el primer capítulo.

Cualquier persona que pudiera haber conocido a Elia hace unos pocos años y supiera algunos de sus entresijos personales, no podría haber imaginado en aquel momento que el trascurso de los acontecimientos daría un giro inesperado a su vida. Ella siempre fue una niña tímida y no muy habladora, lo cual hizo que nunca tuviera un grupo extenso de amigas. Durante su adolescencia no fue la más popular de su promoción y tampoco de su clase. Puede decirse que pasaba desapercibida.
Su familia ha gozado siempre de una buena posición. Eso le ha permitido estar continuamente a la última, teniendo casi al instante cualquier novedad. No obstante, no puede decirse que Elia sea una chica malcriada, aunque a veces tiene algunos caprichos que serían insoportables para todos los que no la conocieran mucho y no supieran que tiene un gran corazón.
Por otra parte, nunca pudo considerarse una belleza. Aunque no era de las más guapas, tampoco era de las menos agraciadas. Eso, unido a su timidez, hizo que su adolescencia transcurriera sin tener un trato cercano con chicos. Mientras, veía como sus amigas de mayor atractivo físico comenzaban sus primeras relaciones amorosas.
Durante esos años su grupo de amigas creció. Poco a poco el nuevo grupo fue uniéndose cada vez más y se hizo vigoroso, plantándole cara en más de una ocasión a ciertos grupitos de chicas populares, esas que pueden denominarse como petardas. Y es que no sólo el grupo fue consolidándose; ellas también empezaron a ser más fuertes, porque comenzaron a creer en sí mismas.
Sin embargo, Elia no terminaba de afianzar esa autoestima y se le notaba. Había cumplido ya los dieciocho, continuaba sin relacionarse prácticamente con chicos, seguía bajando la cabeza cuando las divas divinas cuchicheaban burlándose de ellas y, lo más importante, no se creía capaz de alcanzar sus metas.
Bachillerato son dos largos cursos, con temarios densos y con mucha presión. Elia había terminado el primer curso con dos asignaturas pendientes y se encontró en segundo con una cuesta arriba más elevada que la de la mayoría de sus compañeros. Lo que veía a su alrededor tampoco le motivaba. Solamente una de sus cinco amigas había acabado el Bachillerato y estaba en su primer año de universidad. Dos de ellas habían abandonado los estudios sin ni siquiera conseguir la titulación obligatoria y otras dos habían obtenido la secundaria con mucho esfuerzo. Con ese panorama pensó muchas veces en tirar la toalla. Afortunadamente no lo hizo. Le costó trabajo, tuvo que ser en septiembre, pero lo logró. Incluso se fue a la ciudad a empezar estudios universitarios. Quería cursar Empresariales para después montar su propio restaurante. Ese era su sueño.
Aquel verano transcurrió para ella entre apuntes, ir a la piscina y hacer planes con sus amigas todas las noches, sobre todo para las fiestas. Fue en ese verano cuando Elia dejó su negatividad un poco de lado y se volvió más optimista y soñadora. Es cierto que el verano sienta muy bien. La gente adelgaza, hay menos tela en la ropa, se coge un poco de bronceado y, cómo no, hay vacaciones.  Pero esos no fueron realmente los motivos del cambio de Elia.
Desde que tenía quince años Elia estaba enamorada de un chico bastante mayor, teniendo en cuenta su edad. Él era el saxofonista de la orquesta que tocaba en las verbenas de las fiestas del pueblo. Se llevaban muy bien pero él no sentía nada por ella y apenas se veían durante el resto del año. Elia era consciente y se puede decir que lo tenía asumido. Aun así seguía manteniendo la esperanza. Dicen que es lo último que se pierde.
Aquel verano algunos miembros de la orquesta cambiaron. Elia se asustó mucho porque en los ensayos no vio a su saxofonista. Pensó que lo habían reemplazado porque  casi todas las caras eran nuevas, entre ellas las del técnico de sonido. Era un chico jovencito, no mucho mayor que ella, y que resultó ser bastante agradable y simpático.
Ante el temor de que Iván, el saxofonista, ya no formara parte de la orquesta, Moni, su amiga más atrevida, se acerco al técnico de sonido para preguntar por él. La expresión en el rostro de Moni tranquilizó a Elia, que estaba impaciente y esperando ansiosa a que su amiga volviera confirmándole lo que sospechaba que eran buenas noticias.
Moni seguía hablando con el técnico para desesperación de Elia. Estaba a punto de ir hacia allí cuando Moni les hizo señas con la mano para que fueran. Una vez allí se presentaron. El técnico de sonido se llamaba Franco, tenia veintiún años, era alto, más bien delgado, muy simpático y bastante mono.
Enseguida en todas las amigas de Elia se encendió un interés amoroso por Franco, pero eran Moni y Elia con las que parecía haber congeniado mejor. Durante su conversación se dirigía a ellas con más asiduidad y fue a Elia a quien le preguntó si esa noche estarían por la verbena. Claro que iban a estar. Iván no había dejado la orquesta y esa noche estaría sobre el escenario tocando su saxo.

Se despidieron de Franco y todas se fueron a casa para arreglarse y estar lo más guapas posible. Se había desatado una pequeña guerra por conquistar al técnico de sonido, una batalla a la que Elia era completamente ajena y en la que prefería no tomar partido. Al fin y al cabo era él quien tenía que decidir si realmente le interesaba alguna de ellas.