Mi padre desde que era chica
siempre me dijo y repetía
"Estudia para ser alguien;
no dependas de nadie, hija mía".
Y fui superando etapas,
mirando por mis estudios,
siendo la niña buena,
encerrada en su refugio.
La formación me hizo libre
de ciertas dificultades
Mas seguía estando atada
a expectativas de mis padres.
Y llegó el amor un día,
un amor que me inundaba
del color y la alegría
que mi alma anhelaba.
Se volvió gris y oscuro
me perdí por el camino,
no podía encontrarme,
escapar era preciso.
Y como brisa del mar
un caballero andante,
con el aire del levante
y su brillante armadura
vino presto a rescatarme
a la campiña de Extremadura.
Pero era don Quijote,
no el Amadís de Gaula,
y donde solo había molinos
en su cabeza vio gigantes.
Me está costando mucho,
pero me están creciendo alas
para volar libre de culpas,
para perdonar mis faltas.
Este poema lo dedico
a la que no se dedica palabra,
a la que escribe de otros,
otros que no le dan nada.
Solo disgustos y traumas,
traumas que lentamente sana.
Porque sabe lo que quiere,
no va a aguantar canallas
canallas sátrapas y embusteros,
bandidos que no dan la cara,
que se engañan a sí mismos,
que buscan solo sexo,
que quieren una chacha.
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