lunes, 30 de diciembre de 2013

POR QUÉ LA MATÉ

La maté porque nunca supo apreciar lo que tenia
cuando otras habrían dado la vida por tenerte.

La maté porque, aún haciéndome un favor, te destrozó el corazón en mil pedazos sin percatarse de lo que sufrías.

La maté porque la odiaba, porque habiendo pasado el tiempo todavía se entrometía.

La maté porque ella a mi también me odiaba
y disfrutaba haciéndome creer que todavía la querías.

martes, 20 de agosto de 2013

SEXTO CAPÍTULO DE MI LIBRO

El viaje no se me hizo tan largo como pensaba. Llevaba un libro y me compré también una revista en el kiosko de la estación, además Teo me llamó tres veces y yo lo llamé a él otras dos. No teníamos muchas cosas que contarnos, la mayoría eran bromas, tonterías que se nos ocurrían, pero me ayudaron a hacer el trayecto más llevadero.
Llegué a Zafra a las seis de la tarde. Allí me estaba esperando mi padre (ex padrastro) con el coche. Me llevé una gran sorpresa. No esperaba que fuera él quien me recogiera; supuestamente iba a ir mi madre.
-¿Qué pasa mi chiquitina? ¿Cómo estás?
-¡Ay papá! No me llames así.
-Es que por mucho que crezcas siempre vas a ser mi chiquitina (me dio un abrazo enorme).
-No pensaba que vinieras tu a por mi. Creí que venía mamá.
-Si, ella iba a venir, pero ha tenido que salir más tarde de Sevilla, por el trabajo, ya sabes, y no le daba tiempo de llegar.
-Gracias por recogerme, papá. Si no a saber cuánto tiempo tendría que haber esperado.
-No tienes que dármelas. Lo hago encantado. Además, estaba deseando verte. Te echo mucho de menos.
-Yo también a ti, papá.
Metimos la maleta y el portátil en el coche y nos fuimos a tomar algo. Pensé que a lo mejor él sabía algo sobre el padre de Teo y aquella ocasión era idónea para intentar averiguarlo. Entramos en un pub y pedimos al camarero un par de cervezas, la suya sin alcohol.
-Qué cambiada estás. Hace poco más de dos meses que no te veo, pero te veo diferente, no sé, más mayor.
-¿Me ves más vieja?
-Cariño, no más vieja, sino más adulta, menos adolescente.
-Bueno papá, es que ya voy dejando atrás esas edades. Además…
-Te has enamorado.
-Si… (me sonrojé, algo asombrada por que mi padre lo supiera).
-Algo me ha contado tu madre. Por lo visto es un chico de Canarias.
-Vaya, te tiene bien informado. Se nota que es periodista.
-Jajaja. Ya conoces a tu madre. Espero que ese chico te trate bien.
-Es fantástico papá. Me quiere, me cuida…Bueno, nos cuidamos mutuamente.
-Eso está bien, los dos miembros de una pareja tienen que mirar el uno por el otro.
-Pensé que no te iba a hacer gracia.
-A ningún padre le hace gracia que su niña deje de ser su pequeñina.
-Papá…
-Pero bueno, entiendo que ya no eres una niña y que tu corazón siente ya como el de una mujer.
-¡Oh papá!
Le di un abrazo y un beso, porque me emocionaron mucho aquellas palabras. Me di cuenta que pese a no ser mi padre biológico me quería muchísimo. Realmente fue él quien me crió, quien me cuidó, quien me educó junto con mi madre. Él había sido verdaderamente mi padre, es mi padre.
-Bueno, también me refería con lo de no hacerte gracia al hecho de que sea canario.
-¿Y qué pasa con los canarios? Yo no tengo nada en su contra.
-¿No? Es que… no sé. A mamá eso no le gustó, ni a sus amigas María y Estefanía.
-Bueno, eso no me pilla de sorpresa.
-¿Por qué?
-Porque tu madre estuvo muy enamorada de un chico de allí. Y cuando digo muy enamorada me refiero a enamoradísima. Cuando yo la conocí hacía casi seis años que estaba enamorada de él.
-¿En serio?
-Y tanto. Él al principio sólo la veía como amiga, pero justo al poco de conocernos tu madre y yo parece que él la empezó a verla diferente.
-Y tu ya querías a mamá.
-Si, lo que pasa es que me lo negaba a mi mismo, ya sabes, lo típico de “no quiero nada serio, no quiero comprometerme, estoy muy bien soltero”.
-¿Y qué pasó con mamá y ese canario?
-Pues la verdad es que nunca me he enterado bien de ello. Tu madre acabó la carrera y ese verano fue un poco de tira y afloja. Después, yo me quedé en el pueblo, ella se fue a Madrid a estudiar un máster… Recuerdo que los dos primeros meses de estar ella allí fui a verla en tres ocasiones, pero la cosa se enfrió. Lo siguiente que supe es que te tuvo a ti. Y lo supe cuando tenías casi un año y medio.
-Vaya, supongo que te quedarías de piedra…
-Lo cierto es que sí, porque yo no había dejado de sentir algo y ella ponía todos los medios para evitar, siento si te va a doler lo que voy a decir, quedarse embarazada.
-Bueno, es algo que ya me figuraba.
-Pero estoy seguro de que tu madre te quiso desde el primer instante en el que supo que te llevaba en su vientre. Eso si me lo dijo. Jamás, jamás, pensó en interrumpir su embarazo.
-No pongo en duda eso. Muchas mujeres se quedan embarazadas sin desearlo pero afrontan su maternidad y adoran a su bebé en cuanto la analítica da positivo. No la juzgo, porque creo que le puede pasar a cualquier mujer que mantenga relaciones.
-En cuanto a eso… Teo y tu…Espero que…
-¡Ay papá! ¡No pienso hablar de eso contigo!
-¿Por qué no? Soy abierto de mente.
-Pero eres mi padre.
-Bueno, sólo digo que tienes que acabar tus estudios. No quiero ser abuelo tan pronto.
-Puedes estar tranquilo, te lo aseguro.
No me gustaba para nada hablar de mi vida sexual con mi padre. Vamos, como a ninguna hija normal. Pero la conversación en general me reportó mucha información.  En resumidas cuentas, mi padre, mi ex padrastro técnicamente, ya conocía a mi madre antes de que ella me tuviera, la conoció estando ya enamorada del padre de Teo. Y supo también que él llegó a corresponderla. Mi madre estuvo un año en Madrid, estudiando un máster, pero… ¿Y el otro año que perdió un poco el contacto con mi padrastro? Fue el año en el que yo nací, el de mis primeros meses de vida. ¿Dónde estuvo mi madre y qué hizo? Estaba deseando llegar al pueblo. Mi madre no me iba a decir nada, pero tal vez mis abuelos si. Ellos tendrían que saber dónde estuvo su hija con su nieta pequeña.
Cuando llegamos a Llerena mi madre se paró a hablar con mi padre diez minutos y lo invitó a ir el sábado a pasar el día con nosotros a nuestra casa.  Le dijo que se quedara a dormir también. Al fin y al cabo era el padre de mi hermano, era el único que yo conocía y, a pesar de no estar juntos, entre ellos seguía existiendo una gran amistad. Él aceptó encantado.
Nos despedimos mientras veía como mi padre se iba solo a casa de sus padres, bueno, mis abuelos.  No voy a ocultar que me daba mucha pena, pero el hecho de saber que el día siguiente estaría con nosotros todo el tiempo me ayudó a disminuir mi tristeza. Además, estaba deseando llegar a casa, meterme en mi cuarto y llamar a Teo.
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-¡Teo, cariño! Por fin estoy en casa.
-Llegaste bien ¿no?
-Si. Allí me estaba esperando mi padre.
-¿Tu padre?
-Si, porque mi madre había tenido que salir de Sevilla algo más tarde por el trabajo y no le daba tiempo de llegar. Bueno, aprovechamos para pasar un rato juntos.
-Eso está bien.
-Si, y mañana lo veré otra vez. Viene a pasar todo el día con nosotros.
-Vaya, eso es genial.
-No deja de ser el padre de mi hermano.
-Claro. Por cierto, ¿sabes qué?
-¿Qué?
-Que te echo mucho de menos.
-¡Pero si sólo hace ocho horas que no estás conmigo!
-Pues para mi son como ochenta años.
-¡Anda ya! No me seas exagerado.
-¿Tu no me echas de menos?
-Pues claro que si, idiota. Pero se me pasa cuando pienso que sólo vamos a estar separados cuarenta y ocho horas.
-Está bien, tienes razón. Sólo serán dos días.
-Bueno nene, te dejo, que tengo que cenar y ducharme rápido, que esta noche salgo a tomar una copa.
-¡Vaya con la señorita! En cuanto se deshace de mi ya se va de marcha.
-¿No confías en mi? ¿Eres de esos chicos celosos que no quieren que su novia salga cuando él no sale?
-Guadalupe, ¡era broma! No soy quien para decirte lo que debes o no debes hacer. Sólo soy un chico que te ha dado su corazón.
-Y yo a ti el mío, no lo olvides tampoco. Que lo mismo que yo puedo hacer de las mías en mi pueblo tu también puedes irte con otra en Madrid.
-Sabes que no lo haría. No voy a encontrar otra mejor que tu. Te quiero.
-Yo a ti también.
-Hablamos mañana.
-Si hasta mañana. Ciao.
-Adios.

En cuanto colgué fui a mi cajonera a por toallas y salí disparada hacia el baño para ducharme. Sé que había venido para pasar tiempo con mi familia, pero también hacía mucho tiempo que no veía a mis amigas. Granada era más que una amiga, era hija de una prima tercera de mi madre. Es un año más pequeña que yo, al igual que Lola, que también era hija de una prima segunda de mi madre. La tercera de nuestro cuarteto particular es Aurkene, la hija de Alazne, una de las mejores amigas de mi madre.
Como siempre quedábamos en casa de Aurkene y, a conciencia, me presenté diez minutos antes de la hora. Ninguna de las otras había llegado y Aurkene no estaba lista todavía, así que me senté en el sofá con Alazne. Quizá ella pudiera contarme algo más sobre mi suegro. Por suerte, fue ella quien me sacó la conversación de Teo, porque lo cierto es que yo no sabía como empezar.
-Guadalupe, me ha dicho Aurkene que estás con un chico allí en Madrid.
-¡Vaya con la lenguarona! (en tono de broma). Si, se llama Teo.
-Por lo visto es de Canarias.
-Si. Parece ser que en eso he salido a mi madre. –Si, quería ver su reacción y por la cara que puso fue de sorpresa.
-Veo que te has enterado de eso. Pensé que tu madre no quería hablar del tema.
-Bueno, al final me lo ha contado. Creo que tengo ya una edad como para no escandalizarme.
-Supongo que si.
-Estaba realmente enamorada. Así que si tu estás solamente la mitad de lo que lo estaba ella seguro que eres muy feliz.
-No sé lo muy enamorada que estaba mi madre, pero yo te puedo asegurar que lo estoy mucho (no podía estar más colorada).
-Me alegro entonces.
-¿Se siguen hablando mamá y ese chico canario?
-No, creo que no. Al menos ella hace años que no nos habla de él. No comenta que hayan contactado.
-¿Y por qué perdieron el contacto?
-Pues realmente no lo sé… Tu madre empezó a trabajar, estaba sola contigo…ya sabes. Luego tu madre cambió de número… Así que si él quiso contactar con ella no pudo.
-¿Y las redes sociales?
-La muy tonta de tu madre se borró las cuentas.
-Y ahora, ¿no se acuerda de los apellidos?
-Si, claro que si. Pero supongo que no se atreve a buscarlo.
-Pues yo creo que debería hacerlo. Y… ¿si está divorciado? O… ¿y si está viudo?
-No digas eso, pobre chica.
-Bueno, es que no sabemos nada. Todo puede haber ocurrido.
-Efectivamente, tu lo has dicho. Puede haber ocurrido todo. Como por ejemplo que hayan formado una familia numerosa y sean muy felices.
-Si, eso también es verdad. Pero me da a mi que no. Tengo la corazonada de que es un hombre libre.
-Lo que te pareces a tu madre. Ella a tu edad era igual de romántica.
-¿No sabes cuánto tiempo hace que no se hablan?
-Pues… prácticamente creo que al poco de nacer tu.
-¿Él me conoció?
-Si, estuvo en el hospital con tu madre cuando naciste.
Un momento. ¿Qué? ¡Mi suegro estuvo el parto de mi madre, estuvo en mi alumbramiento! Tuvo que ser alguien muy importante en su vida, porque en ese momento tan especial no está cualquiera.
-La apoyó en un momento tan especial para ella.
-Si, estuvo pendiente de ella durante todo el embarazo.
Oh Dios mío. No podía creerlo. Ese hombre había estado en mi vida desde que era un feto. Y probablemente Teo también. ¿Era el destino?
-Pues también tenía que quererla mucho.
-Si. Se querían muchísimo. No he visto nunca a dos tan enamorados.
-Entonces…¿qué pasó?
-¿No me habías dicho que te lo había contado tu madre?
-Bueno, me contó algo…
-Guadalupe, has querido sacarme información con mentiras. Veo que estás aprendiendo mucho en la facultad.
Puse cara de enfado, porque no me gustó eso que dijo de la profesión periodística, y me disculpé. Aunque realmente no lo sentía, porque fui con toda la intención desde el principio.

En ese momento bajó Aurkene, que estaba deslumbrante, y llegaron Granada y Lola, guapísimas también. Justo a tiempo. Nos despedimos de Alazne y nos fuimos al pub. Por el camino no dejé de pensar en la información que había  obtenido. Me conocía, Diego me conocía. De mucho antes de mi visita a La Palma. Por eso tuvo esa conversación con Óscar.

domingo, 21 de julio de 2013

Orgullo, cobardía, inmadurez y prejuicio

Que los hombres tardan en madurar es algo que sabemos desde hace siglos sin que todavía se haya hallado ninguna explicación científica. Pero una cosa es tardar en madurar y otra no hacerlo nunca,  ir de Peter Pan por la vida.  Y lo peor de eso, para ti, es que realmente no hagas lo que quieres por el miedo al qué dirán tus amigos, por el miedo a que te juzguen.  En ese caso, tu problema es la falta de madurez mezclada con la falta de personalidad.

Y, querido, es más grave la falta de personalidad. Porque eso demuestra que no tienes una forma de ser y un pensamiento propios.  La pena es que quizá estés dejando escapar muchas cosas.

Dejarte llevar por los prejuicios de tus amigos no es seguir por el buen camino. ¿Sabes por qué? Porque ellos harán lo que les salga del bolo, como diría la Milá, cuando encuentren lo que realmente quieren. Y les importará un comino lo que piense el resto del mundo, incluidos sus colegas de farra.

Porque explícame qué significa tener un caramelo delante de tus ojos, no parar de mirarlo, querer saborearlo y no hacerlo porque no es del sabor que les gusta a tus amigos. ¿Te gusta realmente ese caramelo? ¡Pues saboréalo! Quizá a tus amigos también les guste ese sabor, sólo que están acostumbrados a disfrutar siempre de los mismos sabores.  Quizá esos amigos sean conscientes de que no pueden alcanzar ese caramelo y lo único que quieran es que tú tampoco lo hagas, sabiendo que eres el único de ellos en disposición de hacerlo.

¿Acaso saben ellos cual es el caramelo que más te puede gustar? ¿Saben el caramelo que más te conviene? Pues no, porque ellos no tienen tus papilas gustativas. No sé si me sigues. ¿Estás pillando esta metáfora?

Por si no lo pillas, me dejaré de rodeos y seré clara. Sólo tú sabes qué es lo que realmente te gusta de una chica, lo que buscas en ella. ¿Qué esa chica no entra dentro del canon de la novia ideal según tus amigos? Pues casi que mejor, oye.

¿No es delgada ni muy guapa? ¿Es bajita y con unos kilos de más? ¿No es una reina de la belleza como las novias y ex novias de tus amigos? Quizá te aporte otras cosas que ellas no le aportan a ellos. Quizás sientas que te apoya, quizá te hace reír, quizá sea buena persona, quizá sea inteligente. Quizá sea la única a la que le parezcas mono incluso cuando vas vestido como el culo.

Ellos no la conocen, no saben realmente cómo es. La juzgan por su físico, por sus amigas, que tampoco son las más populares, o por su estilo de vestir. Y por eso te desaconsejan que vayas a por ella, se ríen de ella en tu cara y, lo peor, tú le ríes las gracias. Y mientras la miras, quizá con un dilema interno entre seguir a tus amigos o seguirte a ti mismo. Pero dura un segundo, lo que tarda uno de tus amigos en hacer otro chiste jocoso de los suyos.

Lo bueno de esto es que me recuerda a mi libro favorito. Si, a Orgullo y prejuicio.  A cuando se descubre que William Darcy desaconseja a Charles Bingley que no se case con Jane Bennet. Supongo que te habrás reconocido en Charles Bingley. Tan pobre de carácter como tú. Pero, pese a todo, permítame que dude de que entre tus amigos se encuentre un William Darcy, ya que él acabo rectificando, pues se percató de dónde residía la verdadera felicidad de su amigo. Como habrás adivinado, siento si estoy reventando el final del libro, Charles Bingley acabó casándose con Jane Bennet. Final feliz, si, pero no por su propio dictamen. De nuevo William Darcy influyó en él.

Las mayoría de las mujeres no tenemos complejo de Wendy, ni de Campanilla, tampoco de Jane Bennet. Más bien tenenemos complejo de su hermana, Elisabeth Bennet. Te diré por qué. Su fuerza, su tener las cosas claras, su firmeza... Todas estas cualidades hacen que no queramos a un Charles Bingley, sino a un William Darcy, alguien que pese a sus juicios previos, pese a las convenciones sociales, pese a su entorno, se molestó en ir más allá de ellos y cambiar a tiempo.

Un hombre cobarde, sin personalidad, influenciable y débil de espíritu definitivamente  NO está hecho para nosotras.


Ahora, piensa. ¿Quieres seguir siendo un Charles Bingley o quieres ser un William Darcy?

lunes, 15 de julio de 2013

QUINTO CAPÍTULO DE MI LIBRO

Saber que el padre de mi novio era el hombre que le rompió el corazón a mi madre no era algo deseable. Cuando miraba a Teo recordaba a su padre y todo lo mal que mi madre lo había pasado como consecuencia de su silencio y  sus temores.
Eso me hizo estar un poco rara con mi chico tras la vuelta de Canarias. Teo notó que me pasaba algo y tras preguntármelo varias veces y obtener un nada por respuesta pensó que se debía a que hacía más de un mes que no veía a mi madre y a mi hermano. Así que me propuso que el siguiente viaje sería pronto y a mi pueblo o a Sevilla, dependiendo del trabajo de mi madre.  Lo cierto es que a mi me hizo ilusión, porque es verdad que tenía ganas de ver a mi familia y también porque quería que conocieran a Teo. Claro que entonces me di cuenta que quizá no era la mejor idea.
Mi madre probablemente no querría a Teo en casa, por lo menos aún, ya que nuestra relación  era de poco tiempo todavía.  Además estaba el asunto de que Teo es canario y mi madre eso no lo llevaba bien. Fue entonces cuando me vino a la cabeza un pensamiento. ¿Y si mi madre sabía quién era Teo prácticamente desde el principio cuando le hablé de él? ¿Lo sabría también su amiga María cuando me dijo que era todo mucha coincidencia?
No pude parar de pensar en esas preguntas durante todo el día. En clase apenas había prestado atención, no hacía otra cosas que buscar respuestas y lo único que obtenía eran más dudas. Teo seguramente no tendría mucha idea y mi madre y sus amigas no soltarían nada al respecto. No obstante, la única vía que me quedaba era intentar averiguar algo preguntándole a mi novio y, sobre todo, a través de mi suegro. No tenía tiempo que perder, así que esa misma noche durante la cena, en mi piso, comencé mi “interrogatorio” a Teo.
-Honey, ¿no te preguntas a veces el número de amores que ha tenido tu padre? Yo si pienso muchas veces en la cantidad de chicos de los que mi madre se habría enamorado. Sé que es quizá una tontería, pero me gustaría saberlo.
-Bueno, la verdad es que si, que estaría bien saberlo. Yo desde luego aparte de mi madre y la pobre de su mujer no le he conocido a mi padre otra relación.  Probablemente tuvo alguna novieta antes que mi madre pero no las conozco.
-Mi madre más que novios formales tuvo varios rollos. Al menos, antes de casarse con mi padre, tuvo algo con tres chicos y estuvo profundamente enamorada de otro, uno al que yo creo que no ha podido olvidar nunca.
-Si, yo también he oído hablar a mi padre de una chica muy especial por la que sentía algo y con la que nunca pudo iniciar nada debido a diversas circunstancias ajenas a su voluntad. A veces pienso que yo fui una de esas circunstancias.
-Anda ya, qué vas a tener tu culpa, cariño. Entre dos personas hay diversas situaciones que pueden impedir, condicionar o dificultar una relación, no tiene por qué ser únicamente la existencia de un hijo.
-Pues ojalá sea como dices y yo no influyera en nada. De todas formas, estoy seguro de que mi madre si que tuvo algo que ver. Parecía no querer dejar escapar a mi padre a toda costa, lo controlaba, vigilaba sus amigos y también sus contactos de las redes sociales. Era tremendamente celosa. Yo creo que nunca terminó de fiarse de mi padre y eso fue en parte debido a que quizá él todavía tenía en la cabeza a esa chica especial.  Pero fíjate que fue ella quién rompió la relación abandonando a mi padre cuando yo sólo tenía seis meses.
Bien, todo apuntaba a que mamá y Diego se conocían desde antes de que los padres de Teo estuvieran juntos y probablemente ambos siguieron en contacto tras la ruptura de mi suegros. Por tanto, mi madre tenía que saber acerca de la existencia de su hijo.  Pero ¿sabía mamá que Teo era ese hijo? ¿Sabía ella que mi novio era el hijo del hombre de su vida? La respuestas a estas preguntas supuse que era un quizá. Mi madre no sabía el nombre de los padres de Teo, ni el de sus hermanos. No le había contado nada al respecto. Lo único que conocía eran sus circunstancias familiares, su ciudad de origen y su edad. Si, los datos suficientes no como para afirmar, pero si para sospechar.
Sólo tenía que investigar, ir a casa, buscar en los recuerdos de juventud que mi madre guardaba en el desván; fotos, cartas, e-mails impresos…, ect. Todo eso podría ayudarme a encontrar la verdad. Hallar los documentos que confirmen mis ideas. El problema iba a ser mi madre, pues si se figura que Teo es hijo del que fue su amado estaría detrás de mi a todas horas y a cualquier parte.
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El segundo cuatrimestre iba avanzando poco a poco y, aunque todavía quedaban algo más de dos meses para los exámenes, ya había comenzado el trabajo duro. Sin embargo, yo vivía otra, más particular, cuenta atrás. Era martes, once de marzo, y el fin de semana próximo iría a mi pueblo aprovechando que el sábado había fiesta en la localidad. Teo al final no pudo venir porque tenía que hacer un trabajo de una asignatura optativa, en la que yo no me matriculé. 
Esa semana fue frenética; estaba alterada y me costaba conciliar el sueño de los nervios. Iba a averiguar más datos sobre mi madre y mi suegro y me aterraba lo que pudiera encontrar. Los días pasaron algo deprisa, o al menos esa es la sensanción que tuve.
El jueves por la noche hice la maleta y las dejé totalmente preparada para el día siguiente, ya que la tenía que llevar a la facultad para salir pitando de allí tras las primera clase. El autobús salía a las doce; por delante tenía seis horas maravillosas de viaje.
-Cariño, estás muy nerviosa. Sé que te hacía ilusión que fuera contigo, pero no te preocupes, volverás pronto y esa vez si que iremos juntos.
-(Sonrisa). Lo sé, pero es inevitable esta sensación, hace mes y medio que no veo a mi familia. Son las típicas mariposillas en el estógmago.
-Umm… Pensé que sólo las tenías conmigo (pone cara triste de broma).
-Las mariposillas que tu me provocas son diferentes.
-Tontina…
Entoces acercamos nuestros labios, nos besamos; un beso tierno y dulce, un beso de amor, de auténtico amor.
-Otro punto negativo de que no vayas es la decepción que se ha llevado mi hermano. Estaba deseando conocerte.
-¡Bueno! ¡Al menos ya tengo en el bote a un miembro de la familia!
-En cuanto te conozcan los tendrás a todos. Probablemente el más duro sea mi padre, bueno, técnicamente mi ex padrastro. Pero vamos, nada de lo que preocuparse. Lo único que sucede es que los padres son muy protectores con sus niñas y aunque no es mi padre biológico él me quiere como a una hija, de hecho, su única hija.
-¿Tu padre tiene más hijos aparte de ti y de tu hermano?
-Si, tiene dos hijos más. No hablo de ellos como mis hermanos y no sé por qué, imagino que porque no los tiene con mi madre. Al fin y al cabo, supongo, es porque ese hombre no es mi padre, pese a que yo lo trate como tal.
-¿Nunca te has preguntado quién es tu padre biológico?
-Siempre, desde que supe que el que yo creía que era mi padre no lo es en realidad.
-Imagino que le habrás preguntado a tu madre…
-Claro, pero no me quiere contar nada. Me dice que no sabe exactamente quien es, porque estuvo con dos chicos por la época en la que me concibió y no puede saber con exactitud cuál de los dos es.
-Bueno…podría haberte dado los dos nombres, buscarlos y haceros una prueba de paternidad.
-Ya, eso le dije yo, pero me respondió que era mejor para mí que no revolviera el pasado.
-Pues tienes derecho a saber quién es, cuáles son tus orígenes paternos.
-Lo sé y confío en que algún día me lo revele.
-Aunque a veces es mejor no saber nada.
-Lo dices por tu madre.
-Si (suspiro).
-¿Siguen las cosas tensas entre vosotros?
-Tensas han estado siempre, me abandonó.
-Ya sabes a lo que me refiero.
-Ya…en fin. No asume que yo sigo enfadado, resentido y  dolido y que solamente quiero a mis hermanos. No sé da cuenta que cuanto más me prohiba verlos más me alejo de ella. ¿Para qué quieres saber quién es tu padre? ¿Y si descubres que te abandonó, que dejó tirada a tu madre cuando supo que estaba embarazada?
La cara me cambió totalmente al oir aquellas palabras que se clavaron en mi alma como dagas. Si, era algo que había pensado toda mi vida pero oirlo de su boca me dolió muchísimo.
-¿Qué pasa? Que porque tu madre te abandonó mi padre tuvo que hacer lo mismo conmigo ¿no?
-No he dicho eso.
-Eres incapaz de soportar que los demás tengan las cosas que tu no tienes o no pudiste tener. ¿Es así no?
-Guadalupe, eso me ha herido profundamente.
-Ah, claro, lo que tu me has dicho no me ha dolido nada.
-Lo siento, siento si te he hecho daño, pero es la verdad. Sabes que es un posibilidad con muchas papeletas.
-Mira, no tengo más ganas de hablar. Cuando llegue al pueblo ya veré si te llamo. Buff!!

Me monté en el autobús sin darle un  beso, sin despedirnos. Ni qué decir tiene que no tardé más de quince minutos en llamarlo y volver a hablarle. Al fin y al cabo sé que lo hizo por mi bien. Únicamente quería protegerme, para que, llegado el día, no me llevara una decepción. 

jueves, 11 de julio de 2013

Eras exactamente el tipo de hombre del que quería huir

Eras exactamente el tipo de hombre del que quería huir a toda costa. Lo vi en tus ojos la primera vez que nuestras miradas se cruzaron.  Sin embargo, hice caso omiso a mi razón y me dejé llevar por mis instintos más primarios.

Si, tenía que huir de ti lo antes posible. Esa fue mi conclusión tras nuestra primera cita, tomando un café. Tú no podías darme todo lo que mi corazón anhelaba, no tenías la capacidad de amar verdaderamente a una mujer.

Pero de nuevo me dejé llevar por mi condición humana y volvimos a tener una cita. La de nuestro primer beso, la de nuestra primera mamada. Sin tiempo apenas para recapacitar, esa noche follamos por primera vez.  Y esa noche fue la primera y la última que dormiste conmigo.

Volvimos a follar, unas cuantas veces más. Venías a mi casa, me la metías, te corrías y te ibas. Yo asumí que lo nuestro era sólo sexo, dos personas que buscan el placer en medio de una vida llena de preocupaciones. Hasta que todo cambió.

Hubo un día, después del verano, en el que te vi diferente, algo en mi dio un giro y pensé que quizá esa incapacidad de amar sólo fuera un escudo ante la auténtica naturaleza vulnerable de tu ser.

Y tú, en lugar de hacerme volver de nuevo a la senda de la realidad, dabas alas a mi locura con tu discurso ambiguo, bipolar.  En nuestras conversaciones de madrugada me abrías un poco tu corazón, me demostrabas que quizá albergabas algunos sentimientos y, de repente, de nuevo tu carácter chulesco, seco e incluso en ocasiones borde.

Sentía algo por ti, aun conociendo tu actitud en la cama, algo por lo que yo en ocasiones me sentí denostada, humillada, una mierda. Y pese a todo esto me esforcé y te preparé una sorpresa para tu cumpleaños, una sorpresa que dejaste plantada. Siempre era muy tarde para ti, siempre estabas cansado del trabajo.

Todo cambió de nuevo, volviendo seguramente a lo que siempre tuvo que ser, cuando me faltaste el respeto como no lo ha hecho nadie. Esa noche lloré, lloré muchísimo. Pero también me hiciste más fuerte, me abriste los ojos respecto a ti. No, no puedes amar. Tenía razón, tenía que haber huido de ti cuando estuve a tiempo.
 

Llegó el día de despedirnos, sin saber cuándo nos volveremos a ver. Nos despedimos a nuestra manera. Un encuentro sexual, en mi casa. Sólo que esta vez, al menos yo lo sentí así, no fue un simple polvo. Fuiste menos egoísta, más pasional, más dulce y más tierno de lo que nunca antes habías sido. Y fue así, en nuestra despedida, como hicimos el amor, juntos, por primera vez.

viernes, 15 de febrero de 2013

CUARTO CAPÍTULO DE MI LIBRO


Aterrizamos en el aeropuerto de Santa Cruz de La Palma a las doce de la mañana, hora insular.  Diego nos estaba esperando con el coche para llevarnos a casa.  Había dejado a la pequeña Ara con el abuelo, don Celso.  Diego era un hombre alto, delgado, de ojos marrones y pelo negro con canas diseminadas por todo el cabello. Nos recibió muy sonriente y contento. Me dio dos besos al saludarnos, pero enseguida me abrazó con fuerza y me dijo que estaba realmente encantado de conocerme.
Cuando llegamos al piso casi me muero de la vergüenza. Estaba allí toda la familia, el abuelo de Teo y su esposa, la pequeña Ara y también Carla y César, sus tíos. Todos expectantes.  Uno a uno me fueron dando dos besos y yo cada vez me sonrojaba más.
Congenié muy bien con Carla, tal vez porque es únicamente once años mayor que yo.  Lo cierto es que se lleva veintiún años de diferencia con el padre de Teo y doce con César. Es un bellezón. Rubia, delgada, con unas perfectas y maravillosas ondas en el pelo, ojos verdes…  y joven, veintinueve años.
César apenas tuvo tiempo de hablar con nosotros porque tenía que ir al colegio a recoger a sus hijos, tres nada más y nada menos. Dos son chicas, gemelas, de nueve años, Nieves y Lucía. El tercero en discordia es Gonzalo, un pequeño de seis años clavadito a Teo. 
Volvieron para comer junto con Sandra, la mujer de César, y todos juntos nos sentamos a la mesa. Fue muy emotivo ver a una gran familia unida pero, claro, yo era la novedad y no pude pasar mucho tiempo desapercibida. Enseguida comenzó la guerra de preguntas.
"Si, soy de Llerena, un pueblo del sur de Badajoz….si, mi madre es periodista deportiva y casualidades de la vida, se llama Ara..."  y así fui contando poco a poco ciertos detalles de mi vida, como el hecho de que no sabía quién era mi padre biológico o el divorcio de mi madre con el que yo considero mi padre.
La comida estaba exquisita. La madrastra de Diego (su madre murió cuando su hermano y él eran pequeños) había preparado unos tallarines a la carbonara deliciosos.  A continuación nos tomamos el postre y enseguida me disculpé y me retiré a la habitación dónde íbamos a dormir. Si, Teo y yo dormiríamos juntos. Fue toda una sorpresa.
Estaba realmente cansada y me tumbé en la cama para echar una pequeña siesta. El problema es que tengo el oído muy fino, en eso he salido a mi madre, y con cualquier pequeño sonido que oiga ya no me duermo. Y eso fue lo que pasó. Sin querer escuché una conversación entre el padre de Teo y su hermano César.
-Su madre, tiene que ser ella. Se llama igual, es del mismo pueblo y tiene la misma profesión. Y la chica tiene el nombre con el que ella quería llamar a su hija.
-Vale, es cierto que tienen muchas similitudes, pero ¿no podría ser simplemente casualidad?
-¿En serio crees que es casualidad? ¡No! La madre de Guadalupe tiene que ser la mujer que estuvo enamorada de mi durante más de siete años, la mujer que me amó con todo su ser y a la que yo dejé escapar por ser un necio y un cobarde.
No podía ser cierto. Mi suegro, el padre de Teo, conocía a mi madre y muy bien. ¡Dios mío! ¡Mi madre estuvo enamorada de él muchos años! Y la hermana de Teo se llama así por ella, por mi madre. De alguna forma Teo y yo siempre hemos estado conectados, incluso antes de nacer.
Fui incapaz de dormir pensando en todo aquello. Entonces comprendí que Diego era ese hombre que había marcado a mi madre, por el que me advirtió que tuviera cuidado con Teo y por el que no quería que fuera a La Palma.
No sabía como reaccionaría al ver a mi suegro de nuevo, no sabía si podría seguir actuando como si no supiera nada o si se daría cuenta de que me sucedía algo. Tardé poco tiempo en averguarlo. A las seis de la tarde salimos Teo y yo de la habitación y nos dirigimos a la terraza. Todos estaban allí, excepto Carla, que estaba en la playa con unos amigos. Entonces lo miré a los ojos y su mirada se dirigió a los míos, una mirada emotiva, llena de alegría, pero también de nostalgia y pena. Si, mi suegro había querido a mi madre. Quizá no como a ella le hubiese gustado, pero estaba claro que mi madre había sido muy importante para él. La prueba de ello es que le había puesto su nombre a su hija.
Durante los días que estuve allí congenié muy bien con Diego; somos bastante parecidos. Hablamos mucho de fútbol, de literatura, de arte… Me di cuenta de que era un hombre tremendamente culto e inteligente y, además, con sentido del humor y el punto justo de ironía que hace que las conversaciones sean perspicaces.  Comprendí en aquel momento por qué se enamoró perdidamente mi madre de él.  Diego era el tipo de hombre que ella buscaba, que siempre había buscado, el hombre de su vida.
Asimismo intenté averiguar más cosas sobre el pasado, sobre la relación con mi madre, fuese del tipo que fuese. Él también indagó para saber más de mi madre, de cómo le había ido la vida, de cómo estaba, de si era feliz.  Se alegró al saber que profesionalmente mi madre había logrado lo que se propuso en su juventud, pero lamentó escuchar que el amor no la había tratado bien.
-Mi padre, bueno el que yo considero mi padre, es fantástico, pero no era del todo el hombre que mi madre estaba buscando. Lo peor de todo es que creo que no lo va a encontrar. Ya lo hizo, cuando era joven. Conoció a un chico que, según ella me ha contado, reunía todo lo que buscaba en una pareja. El problema es que él no sentía lo mismo.
-Puede que ese chico si le correspondiera, pero quizá había algunas circunstancias externas y ajenas a ambos que impidieron que estuvieran juntos –dijo con la voz quebrada.
A mi se me hizo un nudo en la garganta al escucharle decir eso, al ver su expresión y sus ojos, humedecidos por las lágrimas. Pero me dio coraje y rabia, porque yo había crecido viendo a mi madre infeliz, sufriendo por amor y todo porque él había sido un maldito cobarde.